Seducción de Poder

Seducción de Poder

    ¡Pero que guapo es el cabrón!, me dije, mientras se acercaba caminando con esa seguridad que me desborda. Siempre rodeado de gente, destacando entre todos, siempre impecable. Y, sin embargo, es puro hielo. Tal vez sea eso lo que más me pone de él…

    Hoy viste su corbata roja, la de las grandes ocasiones, la que utiliza para acabar sin piedad con sus oponentes, para aplastar a sus enemigos. Ni uno solo sale indemne de un cuerpo a cuerpo con él. Ya me gustaría a mi enfrentarme a este chulazo en un cuerpo a cuerpo, pero en uno literal. Estoy segura de que esa sería su primera derrota. Dejaría su apolíneo cuerpo lleno de magulladuras, y su alma despiadada entregada a mí.  En fin, mi imaginación se alía siempre con mi deseo. Aunque… dadme tiempo.

    Según se acerca a la mesa de juntas comienzan las palpitaciones de mi entrepierna. Siempre me ocurre igual, nunca soy capaz de controlarlas, y desde mi corazón bajan a mi coño como si fueran un mismo órgano, como si estuvieran unidos en una comunión íntima.

    Acostumbra a saludarme con dos besos. Os contaré un secreto inconfesable: antes de besarle procuro pasarme los dedos por la vulva para que se impregnen de mi olor íntimo; un aroma sutil, casi imperceptible que tiene efectos insospechados en el cerebro de los más duros. Cuando beso su mejilla acaricio su cara con una mano, mientras con la otra, la que he pasado una y otra vez por mis partes íntimas, agarro su nuca con la esperanza de que mis dedos le transmitan el calor que se apodera del resto de mi cuerpo. Así, mi fragancia queda grabada en su inconsciente para el resto del día. Y es que cuando le beso con los labios de mi boca, mis labios vaginales hacen el mismo juego: se expanden hacia afuera como esperando encontrar alguna parte de su cuerpo que quiera fundirse con ellos.

    ¡Hecho! Cuando salgamos de esta reunión y se aleje de mí, sé que su inconsciente seguirá hablándole de mi coño; le estará recordando todo el tiempo que a quien realmente quiere follarse es a mí.  A lo largo del día mi olor abandonará su piel, pero con sutileza invadirá su cerebro. Será algo entre él y yo. Cuando llegue a casa su mujer no se percatará de nada. Dicen que soy cariñosa, lo que nadie sabe es que soy una gata en celo que deja feromonas en sus presas, para así marcarlas y hacerlas suyas.

    Hoy me he colocado al otro lado de la mesa, frente a él. He preferido no tenerle cerca para que pueda mirarme a la cara. Sin embargo, no soy capaz de aguantar su mirada. Me pongo nerviosa, no paro de sonreír y agitar la cabeza de un lado al otro como una colegiala que ha encontrado su primer amor. Con un dedo no paro de dar vueltas al bucle de mi pelo. ¿Se dará cuenta de que me cambiado el peinado? Sobre el carmín me he puesto “gloss” para que mis labios brillen como si estuvieran mojados. Juego con el bolígrafo entre mis dedos al tiempo que asiento sin parar todas sus palabras. Fijaos, os daré un dato: el noventa por ciento de las veces que se dirige a mí, no sé lo que me dice. Mis sentidos se colapsan. Menos mal que mi simpatía y mis recursos disimulan este delirio que siento, y siempre salgo airosa de cada situación.

    Hoy me he puesto un vestido camisero de color blanco con un cinturón rojo a juego con mis labios. Mi secretario me ha dicho que tengo un brillo especial en los ojos. No me extraña. En reuniones como la de hoy, ya vengo de casa cachonda y el deseo enciende mi mirada.

    No me he puesto bragas, nunca lo hago en las ocasiones especiales. Es como si en estos días mi sexo se pudiera expresar mejor sin ataduras, como si en cualquier momento pudiera levantar mi falda y cogerle por el cuello para acercar su boca a mi coño. Cuando él toma la palabra, mi mano izquierda comienza a deslizarse por la abertura que forman los botones del vestido, justo a la altura de mi muslo.  Mis dedos alcanzan mi vulva como atraídos por un imán y comienzan a recorrer mis labios lentamente. Están ya tan húmedos que suben y bajan deslizándose por ellos como un cuchillo sobre mantequilla.

    Empiezo a jugar con mi clítoris, que comienza a despertarse ávido de placer. Me siento como si toda yo fuera un coño. No puedo dejar de sonreír mientras le miro maliciosamente. ¡Cómo me pones ladrón! Espero que nadie se percate. Aunque, os tengo que reconocer que a veces ni eso me importa, y creo que estaría dispuesta a follármelo en público.

    —¿A ti qué te parece la propuesta? —De pronto, se dirige a mi y estoy a punto de soltar un gemido. —¿Crees que deberíamos acometerlo? —dice con ese tono grave de voz que me rinde a sus pies.

¿Acometerlo? —pensé —yo sí que te acometía…

    —Por supuesto, es una idea muy chula. Insisto, sobre todo en el ámbito que nos ocupa.

Contrólate mi niña —me digo —Creo que hoy he llegado demasiado lejos. Voy a parar que esta vez he estado a punto de correrme. Además, quiero guardarme para luego. La sesión de esta noche va a ser realmente caliente, ¡ya lo creo! Va a estar dedicada a él. Voy a darlo todo como nunca antes. Por cierto, voy a recordarle a mi community manager que ponga un remainder en redes ahora mismo.

 

    Por fin en casa. Ha sido una jornada de trabajo muy intensa. Tengo ganas de entregarme a mi gente, a todos los que llevan días esperando este directo.

    Abro mi ordenador.

    Hoy hay conectados más fans que en la última sesión. No hay nada como una fuente de inspiración al más alto nivel, para que mis juegos sexuales no tengan competencia. 

    Visto mi mejor conjunto de lencería, activo el distorsionador de voz y me pongo mi máscara de gata. Presiono el Enter. Estoy dentro:

    En la sesión recreo todas las emociones vividas por la mañana. Voy subiendo los grados de excitación hasta llegar al paroxismo. Cuando estoy a punto de terminar les dedico mi mejor discurso:

    —Conocéis cada palmo de mi coño, cada pliegue de mis labios, habéis penetrado ya hasta los últimos rincones de mi sexo. Saber que estáis ahí con la polla en vuestras manos, grande, dura, me excita… No paréis, ¡dadle fuerte! ¡me corro con vosotros…! ¡cabrones! —y descargué una y otra vez, como una perra, todos mis fluidos en una interminable escena, dejando llena de gotas la pantalla.

    —Hasta aquí la sesión de hoy, ardientes fans. Sabéis que mi sexo es vuestro, pero mi cara y mi voz seguirán siendo un enigma. Y os recuerdo algo: no solo manejo vuestras pollas, también decido vuestros destinos… ¡Hasta pronto, amores!

 

 



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