El objetivo de la terapia sexual es superar cualquier tipo de disfunción sexual cuando no existe etiología médica, siendo las más comunes la disfunción eréctil, la eyaculación precoz y la eyaculación retardada, en los hombres, y el vaginismo, la dispareunia, y la falta de deseo, en las mujeres.
La intervención de la terapia sexual se centra principalmente en trabajar las actitudes, y actúa en tres niveles: cognitivo, afectivo y conductual.
En el nivel cognitivo mediante el análisis de los estereotipos mentales de la persona, cuyo trabajo se realiza en consulta, estudiando los prejuicios que afectan directamente en la aparición de la disfunción.
En el nivel afectivo, que la persona trabajará en su medio social y en consulta. Se trabajarán principalmente los sentimientos de culpa y de vergüenza, asociados a la educación recibida.
Y en el nivel conductual, que la persona realizará principalmente en su medio social, y que consistirá en la recomendación de actividades prácticas que le permitan el aprendizaje de comportamientos eróticos sanos y placenteros.
Durante todo el proceso se aportarán los conocimientos necesarios para superar la disfunción, y se utilizarán técnicas diversas, dependiendo de cada tipo y de cada caso específico.